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. 2021 Apr 30;45(8):530–536. [Article in Spanish] doi: 10.1016/j.acuro.2021.04.003

Cambios en el manejo ambulatorio de pacientes con cáncer de próstata durante la pandemia por SARS-CoV-2. Revisión bibliográfica y aporte de nuestro grupo en atención telemática

Changes in the ambulatory care of prostate cancer patients during the SARS-CoV-2 pandemic. Literature review and contribution of our group in telematic care

J García Rodríguez 1,, C González Ruiz de León 1, R Sacristán González 1, S Méndez Ramírez 1, L Modrego Ulecia 1, JM Fernández-Gómez 1
PMCID: PMC8084619  PMID: 34127282

Abstract

Introducción y objetivo

La pandemia por COVID-19 ha supuesto un cambio en la atención a pacientes en el ámbito urológico, especialmente con cáncer de próstata.

El objetivo de este trabajo es mostrar los cambios en el manejo a nivel ambulatorio individualizando para cada perfil de paciente la atención telemática.

Materiales y métodos

Se han revisado artículos publicados desde marzo del 2020 hasta enero del 2021. Se han seleccionado aquellos que aportaban los mayores niveles de evidencia en cuanto al riesgo en distintos aspectos: cribado, diagnóstico, tratamiento y seguimiento del cáncer de próstata.

Resultados

Desarrollamos una clasificación según prioridades, en diferentes etapas de la enfermedad (cribado, diagnóstico, tratamiento y seguimiento) adaptando a esta el tipo de control: presencial o telefónico. Establecemos 4 opciones: prioridad A o baja, en la que la atención será telefónica en todos los casos; prioridad B o intermedia, en la que si el paciente valorado telefónicamente se considera subsidiario de visita presencial, esta se citará dentro de los 3 meses posteriores; prioridad C o alta, el paciente será visto presencial con un margen para la visita de 1 a 3 meses, y prioridad D o muy alta, la visita deberá ser siempre presencial con un margen de hasta 48 h y considerada muy preferente.

Conclusiones

La atención telemática en cáncer de próstata representa una oportunidad para desarrollar nuevos protocolos de actuación y seguimiento que deberán ser analizados exhaustivamente en futuros trabajos con el fin de conformar un entorno seguro y garantizar resultados oncológicos para los pacientes.

Palabras clave: Cáncer de próstata, COVID-19, Atención telemática

Introducción

La pandemia por COVID-19 (enfermedad causada por coronavirus en el año 2019) ha supuesto un cambio en el enfoque de la atención urológica general y, en especial, en los pacientes oncológicos. La alarma generada y la necesidad de proteger a la población y al profesional de la exposición al virus ha supuesto un cambio en la concepción que teníamos hasta ahora de la atención tanto en el ámbito quirúrgico como en la consulta.

El cáncer de próstata (CP) permite cierto margen a la hora de planificar su diagnóstico, seguimiento y tratamiento, lo que facilita diseñar con seguridad oncológica una hoja de ruta basada en un cribado y una selección de prioridades.

El trabajo en unidades de uro-oncología como la nuestra se fundamenta en una consulta ambulatoria específica donde se realiza una atención integral al paciente con CP. El enfoque multidisciplinar convierte la atención individualizada en transversal, siendo el paciente valorado por distintas especialidades según sus necesidades. Y del mismo modo que durante la pandemia se ha producido la adaptación de los tratamientos mediante cirugía, también ha habido cambios en la atención presencial en consultas.

La Organización Mundial de la Salud declaró el brote causado por el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2 o síndrome respiratorio agudo severo causado por coronavirus de tipo 2) una urgencia de salud pública de importancia internacional (ESPII) el 30 de enero del 2020. El 11 de febrero del 2020 denominó a la enfermedad causada por el virus como COVID-19, declarándose la situación de pandemia el 11 de marzo del 2020.

El SARS-CoV-2 tiene una capacidad de transmisión e infección muy alta, manifestándose como una neumonía que puede causar problemas respiratorios severos y que requerirá, en algunos casos, ventilación asistida y cuidados intensivos. La saturación generada en los hospitales, la alarma social y la necesidad de proteger a determinados colectivos más vulnerables han cambiado la práctica habitual en las unidades de urología.

Los centros hospitalarios han sido ocupados bien en su totalidad o de forma parcial por pacientes con SARS-CoV-2, lo cual ha generado una imposibilidad para mantener la atención sanitaria habitual, produciéndose retrasos en consultas, estudios, diagnósticos y tratamientos. El tratamiento del CP ha sido el principal foco de atención en esta pandemia, sin embargo, en un trabajo basado en encuestas para examinar el impacto global de la COVID-19 en la atención urológica se informó una demora de más de 8 semanas en el 28% de las consultas, en el 30% de procedimientos ambulatorios y en el 31% de las cirugías urológicas1. Esto ha supuesto un cambio radical en la atención al paciente. El impacto de estos cambios ha determinado la necesidad de una adaptación casi diaria y como resultado de esta la generación de nuevas pautas de trabajo. Se han desarrollado protocolos de priorización, fundamentalmente quirúrgica, implementándose del mismo modo la atención telemática2, 3, 4, si bien existen pocas publicaciones en este aspecto. En cuanto a esta última, no hemos encontrado criterios claros de actuación en la literatura revisada, por lo que desarrollamos una propuesta propia para los pacientes con CP.

El objetivo de este trabajo es mostrar la repercusión de la pandemia por SARS-CoV-2 sobre el manejo de los pacientes con CP y determinar la mejor adaptación posible e individualizada para cada perfil de paciente especialmente en el ámbito ambulatorio, escenario en el que la atención telefónica ha adquirido un papel relevante.

Obtención de la evidencia

Se han revisado los artículos publicados en revistas de lenguaje español e inglés desde marzo del 2020 hasta enero del 2021. Se han seleccionado aquellos que aportaban los mayores niveles de evidencia en cuanto al riesgo en cada campo: cribado, diagnóstico, tratamiento y seguimiento del CP.

Síntesis de la evidencia

Con relación al diagnóstico inicial de CP, Bakouny et al.5 analizan la implicación que el retraso en el cribado y diagnóstico puede tener sobre los pacientes en el ámbito oncológico encontrando que puede haber existido una disminución significativa en pruebas de detección y en número de diagnósticos de CP durante la pandemia. El porcentaje de positividad para el PSA pudo ser más alto durante el período de pandemia en comparación con los períodos de control (3 meses previos y mismo período del año anterior), un 22,7% frente al 9,9-13,2%, lo que puede reflejar la priorización de los pacientes con alta sospecha de CP. Sin embargo, las disminuciones porcentuales en detección fueron claras, en comparación con los de control, con variaciones entre un 60 y un 82% menos, según las pruebas analizadas en distintos ámbitos oncológicos, no solo en CP.

Las disminuciones porcentuales en los diagnósticos resultantes de las pruebas de detección del cáncer, también fueron evidentes (19-78% menos). Concluyen que si se hubiera examinado el mismo número de pacientes durante el período pandémico que en los 3 meses anteriores, aproximadamente 1.438 diagnósticos de sospecha no hubiesen sido obviados durante los primeros 3 meses de pandemia. En esta misma línea, un análisis de de Vincentiis et al. evalúa las tasas de diagnóstico de cáncer durante el período de pandemia encontrando una disminución del 39% con relación al promedio de diagnóstico 2018 y 2019. En CP hubo una reducción del 75%, aunque destaca que en número de diagnósticos de alto riesgo (ISUP 4-5), la reducción fue irrelevante, enfatizando que el retraso se centró más en riesgo bajo e intermedio6.

En CP, las consecuencias no parecen ser tan importantes comparado con otros tumores urológicos, aunque se desconoce con exactitud la repercusión que el retraso en realizar una prostatectomía radical (PR) puede tener sobre progresión o mortalidad en CP.

Sobre la biopsia prostática (Bp) no hay un consenso claro, priorizando o no de forma individualizada. La Sociedad Europea de Urología (EAU)7 recomienda retrasar las Bp, únicamente se realizarían antes de 3 meses, en casos con PSA ≥ 10 ng/ml o tacto rectal (TR) anormal sin resonancia; solo en caso de enfermedad localmente avanzada o sintomática se indicarían con una mayor prioridad. En caso de síntomas indicativos de metástasis se debe estadificar con prioridad alta mediante pruebas de imagen, recomendándose inicio de terapia de privación androgénica (TPA) si existe evidencia de extensión metastásica. En estos casos se podría posponer la biopsia. En vigilancia activa (VA) se puede retrasar la biopsia de confirmación hasta 6 meses y el control con PSA con un máximo de 6 meses. Por su parte, la Sociedad de Urología de Australia y Nueva Zelanda (USANZ) defiende que la clasificación PIRADS 4/5 debe manejarse según práctica habitual8.

Un trabajo multicéntrico español ha confeccionado una serie de recomendaciones con relación al CP, desde el cribado hasta el tratamiento, utilizando un código de colores y categorías: emergencia, urgencia, urgente electiva, electiva y diferible9. Obek et al. realizan recomendaciones respecto a detección precoz, pudiéndose retrasar esta hasta el final de la pandemia si el paciente no presenta síntomas, ya que un retraso en 6-12 meses no debería tener ninguna incidencia negativa en la mayoría de los CP. La Bp solo se debe considerar en pacientes con PSA > 10-20 ng/ml y TR anormal. Respecto a la indicación de inicio de tratamiento sistémico, en caso de metástasis, recomiendan posponer la biopsia e iniciar TPA10.

Respecto al ámbito del tratamiento, un trabajo retrospectivo sobre 513 pacientes de Meunier et al. basado en el riesgo de recidiva bioquímica (RBq) determina que parece no haber un umbral de tiempo para tratar pacientes con tumores Gleason score (GS) 6, este sería de 90 días para GS 7 y de 60 días para GS ≥ 811. Gravas et al., evaluando la práctica clínica adaptada a la pandemia, ratifican esto analizando el nivel de adaptación a guías, encontrando que la PR es la intervención oncológica que recibió prioridad más baja exceptuando únicamente el alto riesgo, con una puntuación entre 4 y 5, siendo 1 la prioridad más baja y 10 la más alta12.

La idea que subyace es que posponer los tratamientos para el CP de riesgo bajo e intermedio podría ser seguro, considerando el probable escaso efecto clínico que esto supone. Sin embargo, en el alto riesgo la controversia es mayor8.

Autores como Ficarra et al. dividen las cirugías según prioridad en varias categorías:

  • Cirugías no aplazables, en las que un retraso podría afectar gravemente a los resultados oncológicos. Sería el caso del CP de alto riesgo o localmente avanzado no subsidiario de radioterapia (RT).

  • Cirugías semi no diferibles en función de la afectación en cada región por COVID-19. Incluyendo aquí a pacientes con riesgo intermedio.

  • Cirugías que pueden ser diferidas o con alternativas terapéuticas viables.

Centran su recomendación en solo realizar PR en alto riesgo, localmente avanzado y en pacientes no susceptibles de RT. Respecto a la Bp, proponen posponerla excepto en casos con una alta sospecha clínica si la fase de urgencia por COVID-19 se alarga en el tiempo13.

Stensland et al. sugieren posponer la mayoría de las PR, incluyendo el alto riesgo, dada la existencia de alternativas como RT14. Un retraso incluso mayor a 12 meses no debería alterar el seguimiento y la mortalidad cáncer específica. Fossati et al. sobre control oncológico y el impacto del tiempo entre diagnóstico de CP y PR, revisaron 2.653 pacientes tratados mediante PR encontrando que 283 experimentaron RBq y 84 recurrencia clínica (Rc). Los pacientes con mayor riesgo tuvieron tasas más altas de ambas después de 12 meses de retraso del tratamiento quirúrgico. Objetivan que, en alto riesgo, el tiempo de espera se asoció significativamente tanto con la RBq como con la Rc, aunque la significación clínica se manifestó sobre todo a partir de los 12 meses15.

La EAU categoriza según un código de colores distintas prioridades7:

  • Baja (verde): cuando el daño clínico entendido como progresión, metástasis o pérdida de función es muy poco probable si el tratamiento se pospone durante 6 meses.

  • Intermedia (amarillo): se puede cancelar, pero debe reconsiderarse en caso de aumento de la capacidad asistencial, dado el probable daño clínico si se pospone 3-4 meses.

  • Alta (rojo): última en cancelar. Evitar un retraso de más de 6 semanas por daño clínico muy probable si se pospone más tiempo.

  • Emergencia: no se puede posponer más de 24 h por suponer una amenaza para la vida del paciente.

Así, respecto a la PR solo se recomienda realizarla en tumores localmente avanzados, incluyendo afectación ganglionar. Valorándose TPA más RT como alternativa a la cirugía y neoadyuvancia (NA) en sintomáticos, más RT 6 a 12 meses después. Ginsburg et al. objetivan que retrasos de hasta 12 meses no tendrán peores resultados oncológicos (anatomía patológica adversa, estadificación o tratamiento secundario) para el CP de riesgo intermedio y alto16.

Según Obek et al., la cirugía se podría demorar hasta 6-12 meses en riesgo intermedio desfavorable sin utilizar TPA NA10. Sin embargo, en alto riesgo, no conviene retrasarla más de 6 meses valorando como mejor opción la RT. En la afectación ganglionar, se requiere tratamiento dentro de las 6 semanas de diagnóstico, siendo la TPA más RT la mejor opción17. Kutikov et al. recomiendan que el alto riesgo sea tratado inmediatamente, aunque categoriza por edades18.

En cuanto al CP hormonosensible metastásico (CPHsM + ) y CP resistente a castración metastásico (CPRCM + ), la EAU y más autores plantean ofrecer tratamiento inmediato con abiraterona, apalutamida o enzalutamida evitando en lo posible el uso de quimioterapia7, enfatizando que las visitas presenciales se deberían considerar siempre en casos con CP de nuevo diagnóstico avanzados (ganglios + , M + )17.

Prescribir TPA NA en esta situación es una opción. Pacientes tratados mediante NA tuvieron mejores resultados patológicos después de la PR19. Tumores cT2 mostraron cifras de recurrencia local más bajas, en T3, aunque hubo menos tasas de márgenes positivos, el uso de NA no determinó menores tasas de progresión de PSA, aunque pacientes que recibieron más de 3 meses de NA tuvieron un riesgo menor de RBq a los 5 años en comparación con solo cirugía20, la ventaja en supervivencia se desconoce. Algunos trabajos defienden la atención preferencial al alto riesgo considerando el uso de NA21, basándose en que el grupo de NA obtiene un estadio T patológico más bajo, menor probabilidad de invasión de vesículas seminales, ganglios linfáticos positivos o márgenes quirúrgicos positivos22.

Si bien la priorización respecto a la cirugía parece segura, no ocurre lo mismo con el conocimiento sobre cómo se debe realizar la transición hacia las consultas telemáticas en pacientes con CP. ¿Son todos los pacientes susceptibles de una visita telefónica? o, dicho de otro modo, ¿es necesario evaluar presencialmente a todos los pacientes? Como debemos, en definitiva, seleccionar quién es presencial y quién no.

En un trabajo realizado desde el departamento de urología de Montefiore se tomó la decisión de convertir todas las visitas a la consulta en telefónicas, tanto en pacientes ya programados como en nuevas consultas. Desde el inicio de esta transición, las visitas presenciales se redujeron drásticamente a menos del 5% del volumen total, reservadas solo para aquellos pacientes que requerían una evaluación urgente. La visita telemática se ve como una oportunidad para reconsiderar la atención brindada hasta ahora y reflexionar sobre cómo debe evolucionar de cara al futuro23.

La telemedicina no es una práctica nueva en el ámbito médico, aunque la literatura urológica al respecto es escasa24. Se trata de un modelo de atención útil en poblaciones con problemas de movilidad y ante la escasez de profesionales25. Permite brindar atención sin exponer a pacientes o profesionales al contagio reduciendo visitas innecesarias al hospital y limitando el número de personas en las salas de espera, fundamental para evitar la transmisión viral26. La importancia de estas medidas de prevención cobra más valor si tenemos en cuenta la media de edad de nuestros pacientes27 y que hasta el 94,5% de ellos puede presentar uno o más factores de riesgo frente a la infección por SARS-CoV-228.

Novara et al.24 realizan una revisión de 45 artículos relacionados con la telemedicina y la urología (11 de ellos sobre CP) observando el éxito de la implementación de la telemedicina, mostrándose esta, al menos, como no inferior a la consulta presencial. No obstante, en la actualidad la evidencia es escasa por la heterogeneidad de los datos y estar limitada a grupos específicos de pacientes.

Discusión

La implantación de la telemedicina pudiera parecer tediosa y conllevar problemas en sectores como la medicina privada en cuanto a reembolsos y cobertura29. Sin embargo, en nuestro ámbito fue relativamente sencillo pese a no contar con experiencia previa. Fue necesario permitir el acceso remoto a la intranet del servicio de salud, limitado hasta entonces a los centros sanitarios. Se generalizó el uso de la receta electrónica y se facilitaron teléfonos móviles a los profesionales. Se instalaron webcams para poder mantener sesiones multidisciplinares y comunicación entre servicios. Siempre aplicando el principio de confidencialidad y protección de datos, y utilizando plataformas adecuadas. Hubo especial precaución con la privacidad, asegurando una adecuada transmisión y recepción de la información26.

Pese a los evidentes beneficios de la telemedicina, la rápida implementación de forma imperativa y generalizada puede, a priori, producir un rechazo a la misma. Sin embargo, múltiples estudios han mostrado una alta satisfacción con las consultas virtuales sin encontrar diferencias entre pacientes con diagnósticos oncológicos y aquellos con enfermedades benignas30 incluso prefiriéndolas a las presenciales. No obstante, los pacientes señalaron la estructuración de la consulta y las barreras tecnológicas como los principales puntos de mejora31, 32.

Es imprescindible capacitar a los profesionales para realizar una consulta telemática33. Rodriguez Socarras et al.26 proporcionan una guía exhaustiva para realizar las consultas de una forma segura. Remarcan la necesidad de mantener el mismo nivel de profesionalidad que en las consultas presenciales con el objeto de no deteriorar la relación médico-paciente basada en la confianza. En caso de dudas sobre la comprensión del paciente, debemos programar una revisión próxima en el tiempo34. Prasad et al.28 diseñan un conjunto de pautas y elaboran un folleto para el paciente con el fin de mejorar la efectividad de las consultas telefónicas. Se debe implementar, además, el diseño de plataformas adecuadas que cumplan las normas de privacidad35 y, aunque se han proporcionado soluciones urgentes a corto plazo por parte de los distintos sistemas de salud, de aquí en adelante es preciso definir y regular las cuestiones relativas a la privacidad y a la ciberseguridad del paciente36. A largo plazo, además, será preciso evaluar la calidad, seguridad y eficacia de la telemedicina.

Por otro lado, no debemos olvidar el impacto psicológico que la gran mayoría de los profesionales reconocen haber tenido con relación a la asistencia a pacientes con COVID-19, más intenso en personal de primera línea37. Esto sumado al síndrome de «burnout», altamente prevalente entre los médicos38. Por todo ello, debemos recordar la necesidad de medidas de protección y apoyo psicológico a nuestros profesionales incluso ante una aparente levedad de los síntomas.

Los cambios adaptativos necesarios en nuestro ámbito urológico han obligado a desarrollar distintas estrategias para optimizar la atención en consulta, entre estas cabe destacar el cribado mediante «triaje directo» o la clasificación de los pacientes antes de llegar a la consulta. En nuestra unidad, revisamos a todos los pacientes citados en la consulta de CP para determinar quiénes eran susceptibles de una visita telemática. Esto se desarrolló durante los primeros meses de la pandemia por parte de los 4 urólogos responsables de la unidad, junto a un gestor de casos que es a nuestro entender parte fundamental del desarrollo de este trabajo, el profesional encargado de esta tarea debe tener una amplia experiencia en el manejo de información relacionada con el CP, así como en la gestión administrativa de agendas de pacientes. El objetivo fue minimizar la exposición intentando coordinar de la manera más adecuada las pruebas médicas precisas disminuyendo así la necesidad de un mayor contacto con situaciones de riesgo (asistencia al centro hospitalario, hacinamiento en salas de espera, etc.)39.

Los análisis realizados por otros autores en este escenario coinciden en que la mayoría de las consultas de urología deberían ser visitas telemáticas o bien posponer la cita durante la pandemia. Si la consigna es mantener a los pacientes seguros en sus domicilios debemos manejar una serie de pautas que nos permitan realizar esto con garantía oncológica. Debemos ser cautos y aplicar todo el conocimiento recabado en trabajos similares, teniendo en cuenta los recursos disponibles y, sin duda, la capacidad de cada paciente para hacer frente a este tipo de asistencia40.

La revisión realizada y nuestra propia experiencia han permitido desarrollar una clasificación para diferenciar la atención de pacientes en consulta. La atención telemática ha sido un planteamiento que ha ido gestándose desde el inicio de la pandemia, los cribados previos de todas las consultas para determinar qué pacientes debían ser atendidos de forma presencial y quiénes de manera telemática han constituido la base de este trabajo.

En un inicio, y debido a la situación, la forma de atención prioritaria fue telefónica, aunque se ha ido adaptando a las características de cada paciente y al perfil de la enfermedad. Finalmente, se ha desarrollado una clasificación de prioridades en las diferentes etapas del CP (cribado, diagnóstico, tratamiento y seguimiento) teniendo en cuenta todos los aspectos de la enfermedad y consecuentemente se ha adaptado a esta los controles requeridos bien telefónicos o presenciales. Hemos introducido así un nuevo elemento, la consulta telefónica. Establecemos 4 prioridades que, para una mejor comprensión, pueden asociarse a diferentes colores (Tabla 1, Tabla 2 ):

  • Prioridad A o baja (color verde), la atención será telefónica en todos los casos con márgenes para revisión de 1 a 12 meses.

  • Prioridad B o intermedia (color amarillo) en la que el paciente valorado telefónicamente se considera subsidiario de visita presencial, que se citará dentro de los 3 meses posteriores.

  • Prioridad C o alta (color naranja) el paciente será visto presencial con un margen para la visita de 1 a 3 meses.

  • Prioridad D o muy alta (color rojo), la visita deberá ser siempre presencial con un margen de hasta 48 h y considerada muy preferente.

Tabla 1.

Prioridades por código de colores

A Color verde Prioridad baja Telefónica normal (1 a 12 meses)
B Color amarillo Prioridad Intermedia Telefónica pasa a presencial (1-3 meses)
C Color naranja Prioridad alta Presencial preferente (1 a 3 meses)
D Color rojo Prioridad muy alta Presencial muy preferente 24-48 h/Urgencias

Tabla 2.

Prioridad de consulta en las diferentes etapas de CP

Cribado Diagnóstico Tratamiento y seguimiento
A
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PSA 4-10 ng/ml sin FR Bx negativa
PSA < 10 ng/ml tras 1.ª bx negativa
RMp negativa previa a biopsia
Estadificación negativa previo a tratamiento local
VA tras primera visitaa, b
Terapia focal a partir de 3.er mesa, b
PR a partir de 3.er mes
SBRT en oligometástasis a partir de 3.er mesb
TPA/PAI a partir de 3.er mesb
Tratamiento de CPHsM+/CPRC a partir de 3.er mes
B
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PSA >10 ng/ml repetido
TR alterado desde AP
Biopsia no demorable
RMp positiva previa a biopsia
Estadificación positiva previo a tratamiento local
En sospecha de RBq si segunda elevación PSA > 0,2 ng/ml
Tratamiento de CPHsM+/CPRC a partir de 3.er mes si cambio analítico, radiológico o clínico
C
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Sintomático con sospecha de CP Bx positiva
PSA > 20 ng/ml y síntomas locales
Estadificación positiva en alto riesgo
Inclusión en VA
1.ª vista tras terapia focal
1.ª visita tras PR/RT y visita de 3 meses
Inicio y control 1.os 3 meses de tratamientos CPHsm/CPRC
D
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Obstrucción vía urinaria
Compresión medular
Sintomático
Síntomas incapacitantes
Obstrucción de SV
Dolor que no cede a analgesia habitual

AP: atención primaria; Bx: biopsia; CP: cáncer de próstata; CPHsm: cáncer de próstata hormonosensible metastásico; CPRC: cáncer de próstata resistente a la castración; FR: factores de riesgo; PAI: privación androgénica intermitente; PR: prostatectomía radical; RBq: recidiva bioquímica; RMp: resonancia multiparamétrica prostática; RT: radioterapia; SBRT: radioterapia estereotáctica; SV: sonda vesical; TPA: terapia de privación androgénica; TR: tacto rectal; VA: vigilancia activa.

a

Excepto visitas con TR según protocolo.

b

Excepto síntomas.

En definitiva, la pandemia por COVID-19 ha obligado a restringir la consulta presencial en diversos aspectos de la práctica médica, pero abre la puerta para la implantación de la visita telefónica. En este trabajo se ha tratado de aunar el conocimiento recopilado junto a nuestra propia experiencia en el manejo del CP, adaptado al contexto actual. El CP, como se ha demostrado, nos ofrece un margen de maniobra adecuado para su manejo con seguridad oncológica. Además, el número total de consultas ambulatorias no ha descendido considerablemente, pudiendo mantener alrededor del 80% durante la pandemia en nuestro medio (datos propios no publicados). De aquí, nuestra propuesta de un programa de racionalización, en el que se introduce la atención telemática, y que permite revisiones adaptadas a los nuevos avances de la enfermedad y a las características socio-sanitarias del entorno.

Conclusión

El aprendizaje durante la pandemia por SARS-CoV-2 cambiará sin duda alguna, la atención al paciente oncológico. Estos cambios deberán construirse sobre el análisis y el conocimiento de la evolución y la respuesta a tratamientos del CP. Creemos que es fundamental en este aspecto la figura de un gestor de casos, que realice previamente una revisión de resultados de las distintas pruebas, actuando como un primer filtro. La atención telemática representa una oportunidad para desarrollar nuevos protocolos de actuación que deberán ser analizados exhaustivamente en futuros trabajos, con el fin de conformar un entorno seguro y garantizar resultados para estos pacientes.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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Articles from Actas Urologicas Espanolas are provided here courtesy of Elsevier

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