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. Author manuscript; available in PMC: 2022 Feb 16.
Published in final edited form as: Rev Panam Salud Publica. 2015 Aug;38(2):120–128. [Article in Spanish]

Dolor musculoesquelético en trabajadores de América Central: resultados de la I Encuesta Centroamericana de Condiciones de Trabajo y Salud

Musculoskeletal pain in Central American workers: results of the First Survey on Working Conditions and Health in Central America

Marianela Rojas 1, David Gimeno 2, Sergio Vargas-Prada 3, Fernando G Benavides 3
PMCID: PMC8848509  NIHMSID: NIHMS1776436  PMID: 26581052

RESUMEN

Objetivo.

Examinar la prevalencia de dolor musculoesquelético (DME) en los seis países de habla hispana de América Central con un instrumento único, la I Encuesta Centroamericana de Condiciones de Trabajo y Salud, en trabajadores de todos los sectores, manuales y no manuales, y con cobertura o no de la seguridad social como un indicador de formalidad o informalidad.

Métodos.

Trabajadores encuestados en sus domicilios (n = 12 024). Se calculó la prevalencia ajustada por edad en el último mes de DME en la espalda (alta o cervical, media o dorsal y baja o lumbar) o en las articulaciones de los miembros superiores (hombro, codo y muñeca). La prevalencia fue estimada por sexo, ocupación (manual o no), sector económico (agrócola, industrial y servicios) y cobertura de la seguridad social. Se utilizaron modelos de regresión Poisson para calcular las razones de prevalencia e intervalos de confianza de 95%, con estratificación por país y localizatión anatómica.

Resultados.

Por localizaciones, la prevalencia ajustada por edad de DME cervical-dorsal es la más elevada, en especial en El Salvador (47,8%) y Nicaragua (45,9%), y la de DME lumbar la menos frecuente, sobre todo en Panamá (12,8%) y Guatemala (14,8%). Tras ajustes adicionales, la prevalencia de DME fue mayor en mujeres y los trabajadores manuales en todas las localizaciones y países. No hubo diferencias de DME respecto a la cobertura de la seguridad social y el sector de actividad económica.

Conclusiones.

La elevada prevalencia de DME en América Central, independiente del sector de actividad y cobertura o no de la seguridad social, indica que la prevención de los DME debe constituir también una prioridad en salud laboral en países de bajos y medianos ingresos, en especial en mujeres y trabajadores manuales.

Keywords: Empleo, países en desarrollo, salud laboral, América Central


Los trastornos con dolor musculoesquelético (DME) representan un grave problema de salud en la población trabajadora (1, 2), constituyendo la primera causa de morbilidad e incapacidad (3) y siguen siendo la patología laboral más frecuentemente reportada en países de alto ingreso, particularmente el DME de espalda, cuello y miembros superiores (46). En la última década, la globalización ha obligado a los países a adaptarse a nuevas formas de trabajo, lo que trajo aparejado un incremento en las exigencias laborales con consecuencias para la salud, entre ellos los DME (7). Pero la globalización no afecta por igual a todos los países, y es posible que su efecto en las regiones de bajos y medianos ingresos, como América Central, sea igual o mayor que en los países de ingresos altos. Aunque la literatura es bastante escasa, existe alguna evidencia preliminar que sugiere que existe un aumento gradual de DME en los países de bajos y medianos ingresos (812). Sin embargo, es necesario llevar a cabo més investigaciones en zonas como América Central, una región de gran relevancia para estudiar las condiciones de trabajo y salud de la fuerza laboral, pues es una de las regiones de mayor crecimiento mundial (13) y está inmersa en la economía informal (14), que es un asunto de preocupación international (15).

Aunque los estudios comparativos son de gran interés, desafortunadamente, comparar datos de DME entre países suele ser problemético, pues distintos estudios usan diferentes instrumentos de medición y diferentes definiciones de caso. Como excepción, hace poco tiempo, un par de estudios ha reportado datos de prevalencia de DME entre varios países mediante la utilización de un instrumento único y una definición de caso común para todos los países en cada estudio. El primer estudio se realizó a partir de datos de la V Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo y Salud, que ha mostrado una gran variabilidad en la prevalencia de DME en la espalda y los miembros superiores (16). Por definición, este estudio se realizó solo en países de Europa, pero sin investigar las prevalencias de DME según el nivel de ingreso del país y sin tener en cuenta las evidentes diferencias culturales existentes entre, por ejemplo, entre el sur, el norte y el este del continente. El segundo estudio es el CUPID (Cultural and Psychosocial Influences in Disability) realizado en grupos ocupacionales comunes (enfermería y trabajo administrativo) en 18 países de diferentes niveles de ingresos (17). CUPID ha mostrado, por ejemplo, que las prevalencias de DME que dificultan llevar a cabo tareas cotidianas entre enfermeras de países de ingresos medios y bajos, como Costa Rica (38%) y Nicaragua (43%), son iguales o més elevadas que entre enfermeras en otros países participantes de altos ingresos, como España (23%), Italia (34%) o Reino Unido (24%) (18). El diseño de estudio de CUPID no permite generalizar sus resultados, pues la muestra de estudio no es representativa en el nivel nacional y porque se centra principalmente en trabajadores con ocupaciones no manuales e insertos en la economía formal.

Dadas las limitaciones de los estudios anteriores, son necesarios més estudios que utilicen un instrumento único y definiciones de caso comunes en muestras representativas de trabajadores a nivel nacional, tanto en ocupaciones manuales como no manuales y tanto en el sector formal como en el informal. En este sentido, la I Encuesta Centroamericana de Condiciones de Trabajo y Salud (ECCTS) provee una oportunidad excelente para realizar un estudio con todas esas características. Así, el objetivo de este estudio, basado en los datos de la ECCTS, es mostrar las prevalencias de DME en trabajadores de los seis países de habla hispana (todos menos Belice) en América Central en función del sexo, tipo de ocupación, cobertura de la seguridad social y sector económico.

MATERIAL Y MÉTODOS

Diseño y selección de la muestra

Los datos analizados en este estudio provienen de la I ECCTS, una encuesta transversal realizada entre julio y diciembre de 2011 en los seis países de habla hispana (todos menos Belice) de América Central (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá). La población de referencia está compuesta por las personas de al menos 18 años de edad, insertas en la economía formal e informal, en cualquier sector económico u ocupación que, al inicio de la encuesta, declaraban estar trabajando o haber trabajado al menos una hora la semana anterior.

El marco muestral fueron los censos de población més recientes disponibles en cada país. El diseño muestral fue polietépico, con estratificación de los sitios según el tamaño de la población y seleccionando 167 segmentos censales por país. Se seleccionaron 12 casas dentro de cada segmento y, mediante rutas aleatorias, se contactaba una vivienda de cada dos o tres hasta localizar una persona que cumpliera con los criterios de inclusión en función de cuotas por sexo y actividad económica. Cuando en la casa no había nadie, se procedía a realizar una nueva visita; si esta no tenía éxito se sustituía la vivienda por la siguiente dentro del segmento. Cuando había més de una persona que trabajaba, se seleccionó aquella que hubiese cumplido años més recientemente. En general, las tasas de participación antes de la sustitución fueron de 50% en Costa Rica, 60% en Honduras y 80% en Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Panamá. La muestra final estuvo formada por 12 024 personas, con 2 004 personas en cada país. Otros detalles metodológicos de la ECCTS ya han sido publicados con anterioridad (19).

Variables

La informatión sobre DME se basa en la respuesta a dos preguntas de la ECCTS: 1) “En las últimas cuatro semanas, ¿ha sentido usted dolores en la espalda… ?” cuyas opciones de respuesta fueron: “alta (cervical)”, “media (dorsal)”, “baja (lumbosacra)” y “No he sentido dolor”; 2) “En las últimas cuatro semanas, ¿ha sentido usted dolores en miembros…?” cuyas alternativas de respuesta fueron las articulaciones de “hombro”, “codo”, “muñeca”, y “No he sentido dolor”. Las respuestas declarando haber sentido dolor se clasificaron por región corporal: cervical-dorsal (espalda alta y media), lumbar (espalda baja) y articulaciones de los miembros superiores (hombro, codo, muñeca). Como variables adicionales, se seleccionaron: el sexo, la edad (<30 años, 30-50 años, >50 años), la cobertura de la seguridad social (sí o no, como indicador formalidad e informalidad, respectivamente), la ocupación (manual y no manual), según la Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones, 2008 (20) y el sector económico (agricultura, industria y servicios, según la Clasificación Industrial Internacional Uniforme de Actividades Económicas, 2009 (21).

Análisis estadístico

Se calcularon la prevalencia, con sus intervalos de confianza de 95% (IC 95%), de DME en el último mes ajustada por edad (22) y en función del sexo, la ocupación, la cobertura de la seguridad social y el sector económico, para cada país y localización anatómica. Dada la alta prevalencia de DME, se utilizaron modelos de regresión Poisson para calcular las razones de prevalencia (RP) en vez de los típicos modelos de regresión logística, que sobrestimarían las asociaciones. Como categoría de referencia, se tomó la de menor prevalencia de DME en cada modelo. Se construyeron modelos ajustados por edad, con estratificación por país y localización anatómica. Para obtener los estimadores correctos del error estándar y calcular los IC 95%, se utilizó la optión de subpoblación en Stata/MP v.13®.

Consideraciones éticas

Se obtuvo el consentimiento informado verbal de cada participante y todos los participantes recibieron una declaración escrita del propósito de la encuesta y los detalles de contacto en cada país para que, si fuera necesario, pudieran resolver sus preguntas o inquietudes. Toda la información recopilada en la encuesta se mantuvo estrictamente anónima y confidencial. El protocolo del proyecto fue revisado y aprobado por los Comités Ético-Científicos de la Universidad Nacional de Costa Rica y el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston, Estados Unidos.

RESULTADOS

En todos los países (cuadro 1), la proporción de hombres (52% en Nicaragua a 63% en Guatemala) fue mayor que la de las mujeres. Los trabajadores de més de 50 años fueron minoría (17% en Nicaragua a 23% en Honduras). La proporción de trabajadores manuales fue de aproximadamente 50% en todos los países, excepto en Guatemala (61%). Los porcentajes més bajos de trabajadores sin cobertura de la seguridad social se vieron en Costa Rica (30%) y Panamé (45%); en el resto de los países fue superior al 70%, destacando Honduras (89%) y Guatemala (86%). La mayoría de los participantes trabajaba en el sector servicios (entre 45% en Guatemala y 70% en Panamé) y uno de cada seis trabajadores trabajaba en el sector industrial; las mayores variaciones se observaron en el sector agrícola, desde 14% en Panamé a 35% en Guatemala.

CUADRO 1.

Distribución según características sociodemográficas, laborales y de dolor musculoesquelético en el último mes en trabajadores en América Central, I Encuesta Centroamericana de Condiciones de Trabajo y Salud, 2011 (n = 12 024)

Costa Rica
El Salvador
Guatemala
Honduras
Nicaragua
Panamá
No. % No. % No. % No. % No. % No. %
Sexo
 Masculino 1 421 59,1 1 203 57,2 1 290 63,3 1 504 57,2 1 390 51,7 1 376 62,5
 Femenino 583 40,9 801 42,8 714 36,7 500 42,8 614 48,3 628 37,5
Edad (años)
 18–30 571 35,0 479 36,7 827 42,7 613 36,7 630 40,0 559 33,6
 31–50 912 46,8 1 135 40,7 780 39,6 993 40,7 925 42,6 1 207 48,3
 ≥ 51 521 18,2 390 22,6 397 17,7 398 22,6 449 17,4 238 18,1
Seguridad social
 Sí 1 287 66,0 437 11,5 247 13,6 178 11,5 465 27,2 1 059 52,2
 No 717 30,4 1 567 88,5 1 720 86,4 1 822 88,5 1 539 72,8 847 44,8
Ocupación
 No manual 913 55,9 1 006 49,5 684 39,1 640 49,5 724 49,9 976 54,4
 Manual 1 090 44,1 998 50,5 1 318 60,9 1 364 50,5 1 280 50,1 1 026 45,6
Sector económico
 Agrícola 414 14,7 359 28,2 845 35,0 855 28,2 789 26,5 282 13,5
 Industria 479 16,9 474 13,7 364 19,3 387 13,7 349 14,9 479 16,8
 Servicios 1 111 68,3 1 171 58,2 795 45,7 762 58,2 866 58,6 1 243 69,8
Dolor musculoesquelético
 Cervical-dorsal 469 24,4 997 39,3 679 32,8 790 39,3 899 45,5 328 16,4
 Lumbar 508 23,7 601 24,6 298 14,5 523 24,6 548 26,0 254 12,7
 Miembros superiores 398 19,8 956 37,2 507 24,4 781 37,2 824 38,8 277 13,5
Total 872 43,3 1 315 59,1 1 032 50,3 1 211 59,1 1 299 64,2 651 32,5

La prevalencia cruda de DME se muestra en el cuadro 1, mientras que en la figura 1 se muestran las prevalencias ajustadas por edad. Costa Rica y Panamé fueron, en general, los países con las prevalences més bajas de DME en todas las localizaciones anatómicas y con la menor variabilidad entre ellas. En cuatro países, la prevalencia de DME fue superior al 50%. Por localización anatómica, El Salvador tenía las prevalencias mayores en las tres localizaciones consideradas (cervical-dorsal, lumbar y articulaciones de los miembros superiores). El DME lumbar fue el de menor prevalencia excepto en Costa Rica (23,4%) donde se observó el menor porcentaje de DME en los miembros superiores (19,6%).

FIGURA 1.

FIGURA 1.

Prevalencia (%) ajustada por edad del dolor musculoesqueletico en trabajadores en América Central. I Encuesta Centroamericana de Condiciones de Trabajo y Salud, 2011

En el cuadro 2 se muestran las prevalencias de DME, ajustadas por edad, por país y localización anatómica y en función del sexo, la cobertura de seguridad social, la ocupación y el sector. En general, las regiones cervical-dorsal presentaron las prevalencias de DME més altas, por encima del 30% en todos los casos. Excepto en Panamé y en Costa Rica, las prevalencias de DME en las mujeres fueron superiores a las de los hombres, sobre todo en Nicaragua (52,8%). Las prevalencias de DME en los trabajadores sin cobertura de la seguridad social y los manuales eran superiores al 40% en Honduras, Nicaragua y El Salvador. Por último, las prevalencias de DME por sector fueron de alrededor del 30% o més en todos los países, y més altas la agricultura y la industria, sobre todo en El Salvador (70,6% y 72,4%, respectivamente).

CUADRO 2.

Prevalencia (%) ajustada por edad e intervalo de confianza de 95% (IC 95%) de dolor musculoesquelético (DME) en el último mes en la población trabajadora de seis países de América Central en función del sexo, la ocupación y la cobertura de seguridad social. I Encuesta Centroamericana de Condiciones de Trabajo y Salud, 2011 (n = 12 024)

Costa Rica
El Salvador
Guatemala
Honduras
Nicaragua
Panamá
%
%
%
%
%
%
No. (IC 95%) No. (IC 95%) No. (IC 95%) No. (IC 95%) No. (IC 95%) No. (IC 95%)
DME cervical-dorsal
   Sexo
    Masculino 270 17,3 (15,3–19,4) 602 47,2 (44,1–50,0) 451 33,7 (31,0–36,2) 553 34,3 (31,8–42,1) 569 39,5 (36,8–42,1) 212 15,2 (13,2–17,2)
    Femenino 199 34,1 (33,0–38,0) 395 48,5 (45,0–52,0) 228 33,2 (29,7–36,6) 237 44,9 (40,4–49,4) 330 52,8 (48,8–56,8) 116 18,7 (15,6–21,9)
   Seguridad social
    Sí 319 25,7 (23,1–28,3) 212 47,4 (42,6–52,2) 58 24,2 (18,8–29,6) 59 37,7 (29,9–45,6) 186 43,2 (38,4–48,0) 167 16,1 (13,7–18,5)
    No 150 21,1 (17,8–24,3) 785 47,7 (45,2–50,1) 608 34,6 (32,7–37,2) 729 38,9 (36,3–41,4) 713 46,8 (44,0–49,5) 154 17,8 (15,2–20,5)
   Ocupación
    No manual 214 24,8 (21,9–27,8) 436 42,0 (38,9–45,1) 174 27,1 (23,6–30,4) 212 34,0 (30,0–37,9) 313 44,9 (41,1–48,7) 150 16,1 (13,7–18,5)
    Manual 255 23,2 (20,5–26,0) 561 54,0 (50,8–57,1) 505 37,6 (34,9–40,1) 578 43,7 (40,9–46,6) 586 46,8 (43,9–49,8) 177 16,9 (14,5–19,3)
   Sector económico
    Agrícola 94 21,2 (17,1–25,4) 215 55,5 (49,9–60,6) 340 38,9 (35,7–42,2) 352 40.7 (37,3–44,1) 368 45,6 (42,1–49,2) 56 17,9 (13,4–22,2)
    Industria 114 22,9 19,2–26,7) 270 54,8 (50,2–59,3) 134 37,7 (32,6–42,7) 174 48.1 (42,8–53,3) 146 46,2 (40,1–51,8) 89 19,1 (15,4–22,8)
    Servicios 261 25,1 (2,3–27,7) 512 42,9 (40,3–45,8) 205 27,2 (24,1–30,3) 264 35,9 (32,2–39,4) 385 45,9 (42,4–49,3) 183 15,5 (13,4–17,7)
DME lumbar
   Sexo
    Masculino 364 23,0 (21,2–26,0) 385 30,0 (27,2–32,2) 196 14,8 (13,0–17,0) 382 23,0 (21,4–26,0) 399 28,0 (25,2–30,1) 186 14,0 (12,0–16,0)
    Femenino 144 23,1 (19,6–26,5) 216 26,2 (23,7–29,4) 102 14,4 (11,7–17,3) 141 25,1 (21,2–28,9) 149 24,6 (21,1–28,1) 68 10,8 (8,3–13,4)
   Seguridad social
    Sí 305 21,8 (19,4–24,2) 106 24,4 (20,2–28,6) 32 13,3 (8,9–17,6) 39 21,6 (15,1–28,2) 112 23,9 (19,7–28,0) 113 10,3 (7,4–12,2)
    No 203 26,0 (23,2–29,2) 495 28,5 (26,5–30,5) 263 14,8 (13,2–16,3) 484 24,3 (22,2–26,4) 436 27,0 (24,6–29,5) 116 13,9 (11,5–16,4)
   Ocupación
    No manual 192 20,0 (17,7–23,1) 232 22,3 (19,7–24,9) 75 11,6 (9,1–14,1) 121 18,2 (15,1–21,3) 158 22,6 (19,4–25,9) 79 8,4 (6,5–10,2)
    Manual 316 27,1 (24,3–29,8) 369 34,6 (31,6–37,5) 222 16,5 (14,5–18,5) 402 30,3 (27,6–33,1) 390 29,8 (27,1–32,5) 175 17,7 (15,2–20,2)
   Sector económico
    Agrícola 138 30,7 (26,2–35,3) 146 35,9 (31,2–40,8) 146 16,4 (13,9–18,9) 226 25,3 (22,3–28,2) 254 31,1 (27,7–34,4) 50 17,3 (12,8–21,7)
    Industria 133 27,3 (23,2–31,4) 166 32,6 (28,4–36,7) 53 15,1 (11,3–18,8) 127 36,1 (30,7–41,3) 100 29,5 (24,3–34,6) 74 15,7 (12,3–19,1)
    Servicios 237 20,7 (18,3–23,1) 289 24,1 (21,6–26,7) 99 13,1 (10,7–15,5) 170 21,1 (18,1–24,1) 194 23,1 (20,1–26,1) 130 10,9 (9,1–12,8)
DME miembros superiores
   Sexo
    Masculino 241 15,2 (13,4–17,1) 599 47,3 (44,5–50,2) 333 27,4 (22,4–27,9) 563 34,1 (31,6–36,6) 594 40,9 (38,2–43,5) 197 13,8 (11,9–15,6)
    Femenino 157 26,1 (22,5–29,7) 357 43,6 (40,1–47,1) 174 25,3 (22,1–28,6) 218 40,4 (35,9–44,8) 230 37,4 (33,5–41,3) 80 13,1 (10,4–15,9)
   Seguridad social
    Sí 249 19,2 (17,0–21,6) 232 52,3 (47,5–57,2) 52 21,3 (16,1–26,4) 54 33,3 (25,7–40,1) 164 36,4 (31,7–41,1) 139 13,4 (11,2–15,6)
    No 149 20,2 (17,1–23,3) 724 43,9 (414,–46,4) 442 25,2 (23,1–27,2) 725 37,2 (34,7–39,7) 660 40,2 (37,5–42,8) 133 14,9 (12,4–17,3)
   Ocupación
    No manual 186 20,8 (18,1–23,6) 401 38,8 (35,7–41,8) 124 19,4 (16,4–22,5) 188 29,8 (26,1–33,6) 242 33,8 (30,2–37,4) 115 12,3 (10,0–14,4)
    Manual 212 18,2 (15,8–20,5) 555 53,4 (50,1–56,6) 383 28,3 (25,9–30,7) 593 43,6 (40,8–46,5) 582 44,5 (41,6–47,4) 161 14,5 (12,7–17,2)
   Sector económico
    Agrícola 77 16,5 (12,9–20,1) 199 51,7 (46,3–57,1) 261 29,9 (26,9–33,1) 377 43,6 (40,2–47,1) 371 44,8 (41,2–48,4) 59 18,1 (13,5–22,6)
    Industria 105 21,2 (17,5–24,8) 278 56,5 (51,9–61,1) 104 29,5 (24,8–34,2) 177 48,6 (43,3–53,9) 144 43,1 (37,5–48,6) 74 15,9 (12,5–19,5)
    Servicios 216 19,9 (17,5–22,4) 479 40,3 (37,4–43,1) 142 18,9 (16,1–21,7) 277 30,8 (27,3–34,3) 309 35,6 (32,3–38,9) 144 12,1 (10,1–13,9)
Total
   Sexo
    Masculino 571 37,3 (34,7–39,9) 804 63,7 (60,9–66,5) 677 51,2 (48,5–53,9) 878 55,1 (52,5–57,9) 881 61,6 (59,0–64,3) 447 28,3 (25,4–31,3)
    Femenino 301 5,6 (46,5–54,8) 511 62,6 (59,2–66,1) 355 51,0 (47,9–54,7) 333 63,4 (58,9–67,9) 418 67,6 (63,8–71,4) 204 32,6 (28,9–36,7)
   Ocupación
    No manual 377 42,4 (38,9–45,5) 574 55,5 (52,4–58,6) 278 42,6 (38,9–46,4) 330 51,8 (47,6–55,9) 436 61,9 (58,3–65,7) 267 28,4 (25,4–20,5)
    Manual 495 43,6 (49,5–46,7) 741 71,7 (68,7–74,6) 753 56,4 (53,8–59,1) 881 65,5 (62,9–68,2) 863 67,1 (64,4–69,9) 383 37,2 (34,2–40,3)
   Seguridad social
    Sí 556 42.9 (39,0–46,8) 289 65,7 (61,2–70,3) 104 43,3 (37,2–49,4) 94 56,8 (48,9–64,7) 271 61,2 (56,5–65,8) 315 29,9 (27,1–32,8)
    No 316 44,0 (59,8–66,4) 1 026 62,4 (60,0–64,9) 907 52,3 (49,9–54,7) 1 114 58,8 (56,2–61,4) 1 028 65,8 (63,3–68,4) 303 35,1 (31,8–38,4)
   Sector económico
    Agrícola 198 44,4 (39,9–48,9) 274 70,8 (65,7–76,0) 493 56,7 (53,4–60,0) 548 63,1 (59,8–66,5) 552 68,2 (64,8–71,6) 126 41,2 (35,3–47,1)
    Industria 217 42,1 (39,1–45,1) 355 72,4 (68,2–76,7) 200 56,1 (51,1–61,2) 250 67,3 (62,5–72,1) 216 65,1 (59,9–70,3) 172 36,5 (32,2–40,6)
    Servicios 457 42,1 (39,1–45,1) 686 57,6 (54,7–60,5) 339 44,4 (41,0–47,9) 413 54,5 (59,8–58,2) 531 62,7 (59,3–66,0) 353 29,6 (27,0–32,2)

En el cuadro 3 se muestran las razones de prevalencias (RP) de DME. Las RP ajustadas confirmaron que, en general, en todos los países las prevalencias de DME fueron mayores en las mujeres. Las diferencias més amplias se hallaron en Honduras y en Costa Rica, sobre todo de DME cervical-dorsal (Honduras: RP = 1,56; IC 95%: 1,40–1,80; Costa Rica: RP = 2,03; IC 95%: 1,71–2,42) y DME de miembros superiores (Honduras: RP = 1,51; IC 95%: 1,31–1,73; Costa Rica: RP = 1,71; IC 95%: 1,41–2,10). Las prevalencias de DME en los manuales fueron mayores que en los no manuales; se destaca Honduras con prevalencias mucho més altas para todas las localizaciones. No se observó un patrón consistente respecto a la cobertura de la seguridad social y el sector de actividad económica.

CUADRO 3.

Ratios de prevalencia (RP) ajustadas por edad e intervalos de confianza de 95% (IC 95%) de dolor musculoesquelético (DME) en el último mes en trabajadores en América Central, I Encuesta Centroamericana de Condiciones de Trabajo y Salud, 2011 (n = 12 024)

Costa Rica
El Salvador
Guatemala
Honduras
Nicaragua
Panamá
RP (IC 95%) RP (IC 95%) RP (IC 95%) RP (IC 95%) RP (IC 95%) RP (IC 95%)
DME cervical-dorsal
   Sexo
    Masculino 1 1 1 1 1 1
    Femenino 2,03 (1,71–2,42) 1,14 (1,3–1,30) 1,12 (0,97–1,30) 1,156 (1,40–1,80) 1,55 (1,40–1,75) 1,34 (1,10–1,71)
   Seguridad social
    Sí 1 1 1 1 1 1
    No 0,81 (0,67–0,97) 0,93 (0,82–1,05) 1,3 (1,1–1,60) 1,02 (0,89–1,28) 1,10 (0,95–1,24) 1,05 (0,73–1,28)
   Ocupación
    No manual 1 1 1 1 1 1
    Manual 1,21 (0,98–1,50) 1,18 1,00–1,40) 1,14 (0,88–1,50) 1,52 (1,24–1,86) 1,31 (1,10–1,60) 0,97 (0,73–1,28)
   Sector económico
    Agrícola 1 1 1 1 1 1
    Industria 0,94 (0,74–1,20) 1 (0,89–1,15) 0,9 (0,83–1,50) 1,07 (0,93–1,24) 0,93 (0,80–1,10) 0,94 (0,68–1,30)
    Servicios 0,95 (0,73–1,23) 0,89 (0,73–1,05) 0,8 (0,60–1,00) 0,99 (0,82–1,20) 1,00 (0,83–1,18) 0,68 (0,49–0,96)
DME lumbar
   Sexo
    Masculino 1 1 1 1 1 1
    Femenino 1,1 (0,91–1,33) 1,04 (0,90–1,21) 1,10 (0,90–1,40) 1,31 (1,8–1,60) 1,05 (0,87–1,27) 1,01 (0,74–1,37)
   Seguridad social
    Sí 1 1 1 1 1 1
    No 1,14 (0,97–1,36) 1,1 (0,90–1,33) 1,00 (0,71–1,42) 1,13 (0,83–1,54) 1,10 (0,88–1,34) 1,18 (0,90–1,54)
   Ocupación
    No manual 1 1 1 1 1 1
    Manual 1,15 (0,90–1,46) 1,51 (1,20–1,90) 1,61 (1,10–2,40) 2,13 (1,60–2,90) 1,15 (0,86–1,55) 2,15 (1,55–2,98)
   Sector económico
    Agrícola 1 1 1 1 1 1
    Industria 0,87 (0,71–1,10) 1 (0,83–1,21) 0,9 (0,67–1,20) 1,34 (1,1–1,61) 0,92 (0,75–1,14) 1,13 (0,77–1,66)
    Servicios 0,71 (0,55–0,91) 1 (0,81–1,32) 1,1 (0,50–1,40) 1,31 (1,2–1,70) 0,81 (0,60–1,10) 1,25 (0,84–1,85)
DME miembros superiroes
   Sexo
    Masculino 1 1 1 1 1 1
    Femenino 1,71 (1,41–2,10) 1,1 (0,91–1,13) 1,17 (1,00–1,40) 1,51 (1,31–1,73) 1,10 (0,94–1,23) 1,10 (0,83–1,44)
   Seguridad social
    Sí 1 1 1 1 1 1
    No 1,04 (0,85–1,26) 0,8 (0,71–0,90) 1,01 (0,80–1,31) 1,10 (0,83–1,40) 1,04 (0,90–1,23) 1,02 (0,77–1,30)
   Ocupación
    No manual 1 1 1 1 1 1
    Manual 0,94 (0,72–1,22) 1,26 (1,7–1,50) 1,1 (0,80–1,50) 1,40 (1,10–1,75) 1,40 (1,10–1,68) 1,10 (0,97–1,71)
   Sector económico
    Agrícola 1 1 1 1 1 1
    Industria 1,18 (0,90–1,55) 1,1 (0,92–1,21) 0,93 (0,76–1,13) 1,03 (0,90–1,19) 0,95 (0,81–1,12) 0,78 (0,55–1,10)
   Servicios 0,93 (0,68–1,26) 0,91 (0,76–1,10) 0,61 (0,50–0,83) 0,77 (0,61,0,96) 0,98 (0,81–1,20) 0,61 (0,43–0,86)
Total
   Sexo
    Masculino 1 1 1 1 1 1
    Femenino 1,41 (1,26–1,58) 1,1 (1,00–1,16) 1,1 (0,99–1,21) 1,133 (1,21–1,45) 1,22 (1,12–1,32) 1,15 (0,98–1,35)
   Seguridad social
    Sí 1 1 1 1 1 1
    No 0,97 (0,87–1,10) 0,9 (0,82–1,00) 1,1 (0,93–1,30) 1,00 (0,86–1,70) 1,05 (0,96–1,16) 1,10 (0,93–1,24)
   Ocupación
    No manual 1 1 1 1 1 1
    Manual 1,09 (0,94–1,26) 1,25 (1,11–1,40) 1,27 (1,10–1,50) 1,43 (1,30–1,62) 1,14 (1,00–1,30) 1,22 (1,2–1,46)
   Sector econímico
    Agrícola 1 1 1 1 1 1
    Industria 0,93 (0,80–1,8) 1,00 (0,92–1,21) 0,99 (0,88–1,11) 1,00 (0,91–1,10) 0,92 (0,83–1,02) 0,88 (0,73–1,8)
    Servicios 0,85 (0,72–1,00) 0,94 (0,83–1,10) 0,92 (0,78–1,10) 1,00 (0,88–1,12) 0,92 (0,81–1,05) 0,78 (0,64–0,96)

Respecto a la cobertura de la seguridad social, en el conjunto de los trabajadores de la encuesta, la proporción de trabajadores que declaraba no tener cobertura de la seguridad social (datos no mostrados) variaba por sector: 92% en la agricultura, 72% en la industria y 66% en el sector servicios. En general, los porcentajes fueron superiores en El Salvador, Guatemala y Honduras y més del 50% més bajos en Costa Rica y Panamé. Los trabajadores sin cobertura social reportaron més DME de los miembros superiores en la agricultura (RP = 1,28; IC 95%: 1,02–1,61) y més DME lumbar en el sector servicios (RP = 1,27; IC 95%: 1,11–1,45). La proporción de trabajadores también variaba por sector (98% en la agricultura, 93% en la industria y 19% en el sector servicios). Los trabajadores manuales mostraron mayores prevalences de DME total que los no manuales en la agricultura (RP = 1,44; IC 95%: 1,08–1,93) y los servicios (RP = 1,24; IC 95%: 1,16–1,32).

DISCUSIÓN

Este estudio muestra por primera vez, hasta donde conocemos, una alta prevalencia de DME en América Central: de 32% en Panamé a 64% en Nicaragua. Ademés, a diferencia de la mayoría de los estudios previos, este trabajo se realizó con un mismo cuestionario en todos los países y en una amplia y representativa muestra nacional de trabajadores de todos los sectores y ocupaciones que incluía a trabajadores formales y trabajadores informales. Los resultados muestran que las prevalencias de DME son més altas en la zona cervical-dorsal que en la lumbar o en los miembros superiores. Las prevalencias ajustadas por edad son, en general, més altas en las mujeres y los trabajadores manuales y sin un patrón claro respecto a la cobertura de la seguridad social o por sector económico.

En general, y teniendo en cuenta la escasez de estudios comparables, los resultados del presente trabajo coinciden con los pocos estudios sobre DME en países de bajos o medianos ingresos. Así, por ejemplo, entre enfermeras en Brasil y operarios industriales en Irán, el DME lumbar fue de 70% y 64%, respectivamente (810); y en Sri Lanka las prevalencias de DME en la región lumbar fueron de 12% a 30% en una muestra de trabajadores de oficinas postales, costureras y enfermeras (11); el 56% de trabajadores administrativos se quejaba de dolor en los miembros superiores (12).

Las diferencias de género observadas en este estudio en las prevalencias de DME, que son més altas en las mujeres, coinciden con las observadas en otros estudios (23). Estas diferencias se suelen a atribuir a la mayor tendencia en las mujeres en identificar, o quizás en identificar mejor, la nocividad de los estímulos (24). Hay que tener en cuenta que la división de gínero del trabajo sigue perjudicando a las mujeres, con un aumento de la doble jornada o la presencia. Es decir, la necesidad de atender de manera simultánea las responsabilidades laborales y domésticas, de la familia y del hogar (25). Todo ello reduce el tiempo para el descanso, contribuye a la falta de control de las mujeres sobre sus crecientes demandas y aumenta su estrés, el cual se considera un predictor independiente de los trastornos musculoesqueléticos (26).

Los trabajadores manuales declaran prevalencias més altas de DME que los no manuales. El trabajo en este sector es primordialmente manual y con alta exposición a riesgos ergonómicos. Sin embargo, la correspondencia entre ocupación y sector en este trabajo podría explicar, al menos en parte, que no se observaran diferencias en la prevalencia de DME por sector económico. Aunque en cada sector los trabajadores manuales mostraron siempre mayores prevalencias de DME que los no manuales hay que considerar que, en el conjunto de la ECCTS, casi todos los trabajadores en los sectores de agricultura e industria eran manuales, en contraste con la quinta parte en el sector servicios. Se necesitan estudios futuros sobre ocupaciones específicas para corroborar estos resultados.

Las prevalencias de DME no variaron de manera significativa con la cobertura o no de seguridad social, considerada uno de los indicadores que define la informalidad (27). Una posible hipótesis que explique este resultado es la inclusión del dolor no incapacitante en la definición de caso de DME en la I ECCTS. Es posible que la afiliación al sistema de seguridad social tenga un mayor impacto sobre la incapacidad derivada del DME, més que sobre la aparición de dolor en sí. Para confirmar esta hipótesis, en las futuras ediciones de la ECCTS se deberá preguntar si el DME es incapacitante y analizar por separado el DME incapacitante y no incapacitante. Ademés, esos datos proporcionarían información para mejorar la evaluación del DME, independientemente del reconocimiento o no de la incapacidad por el sistema de protección social de cada país.

Si bien el trabajo informal es muy común en toda América Latina (19), y la I ECCTS corrobora este dato para América Central mostrando que més de dos tercios de los trabajadores en todos los sectores (agricultura, industria y servicios) trabajan sin cobertura de la seguridad social, existe muy poca evidencia sólida sobre las diferencias entre los trabajadores informales y los formales. Puesto que la informalidad dificulta el acceso a la atención médica en la seguridad social, la informalidad podría acrecentar la salida de la fuerza laboral més tempranamente y contribuyendo al “efecto del trabajador sano” por el que los trabajadores tienen mejores condiciones de salud que la población general (28).

Es posible, también, que la falta de asociación observada en este estudio se deba a que la informalidad es un fenómeno multidimensional y a que la composición de la fuerza de trabajo informal es muy heterogénea. En este sentido, se argumenta que, de una manera més o menos consciente, las personas realizan un cálculo de coste-beneficio (29). Según esta idea, el empresario o trabajador autónomo debe decidir si la formalización de su relación con el mercado para obtener protección social es beneficiosa desde el punto de vista de la ganancia económica, teniendo en cuenta la carga de impuestos, el coste laboral de permanecer dentro del marco legal y regulatorio general. Desde el punto de vista del trabajador por cuenta ajena, la decisión estaría més relacionada con la flexibilidad laboral y los costes económicos (igual pago pero con retentión de impuestos o sin ella). Este ejercicio de calcular el coste-beneficio les permitiría decidir si permanecen en la informalidad o en la formalidad. Pero este marco conceptual presupone que existe voluntariedad en la transición de pasar del mercado formal al informal (y viceversa) y que la decisión no se desarrolla en un contexto de explotación y precariedad laboral. En cualquier caso, indagar en el detalle de la relación formalidad-informalidad no era parte de los objetivos del presente estudio y serán necesarios otros estudios para abordar, contrastar y juzgar estas hipótesis.

Sin descartar la influencia de factores macrosocioeconómicos (18), cabe explorar si las condiciones de trabajo específicas tienen un efecto diferencial según el género y/o la ocupación (19), y si estas explican las prevalencias de DME observadas en América Central. En este sentido, es necesario recordar la naturaleza multifactorial de los determinantes laborales de los trastornos musculoesquéticos. Sin embargo, la investigación sobre factores laborales de riesgo para este tipo de trastornos se suele centrar en el impacto de exposiciones físicas o ergonómicas (por ejemplo, la manipulación de cargas o los movimientos repetitivos), olvidando que la exposición a los denominados factores psicosociales, es decir, los factores laborales de riesgo relacionados con la organización del trabajo (por ejemplo, la alta demanda, el bajo control, y el bajo apoyo social) siguen aumentando. Estudios recientes evidencian del rol de estos factores psicosociales como predictores de problemas musculoesqueléticos (26, 3032).

En este trabajo, se observan altas prevalences de DME cualquiera sea el nivel de ingresos de los países. Así, cabe descartar que supuestas diferencias culturales respecto a las expectativas y creencias de salud en relación al dolor y las tareas en el trabajo expliquen estas altas prevalencias tal y como ha hipotetizado (16), pero no demostrado, el estudio CUPID (17). Dada la elevada prevalencia del DME, su preventión debe constituir también una prioridad en salud laboral en países de bajos y medianos ingresos y no solo en países de alto ingreso (3, 33).

Més allé de los aspectos conceptuales discutidos arriba, existen algunas limitaciones metodológicas que hay que considerar al interpretar los resultados presentados en este estudio. Por un lado, los datos de la ECCTS son generalizables a la población general trabajadora de América Central pero, dada la baja proportión de la población migrante en la I ECCTS, los resultados podrían no ser directamente generalizables a la población migrante en América Central. Es posible que las condiciones de salud, trabajo y empleo sean menos favorables que las de los autóctonos pero harán falta otros estudios que proporciones este tipo de datos.

Por otro lado, como toda encuesta, los datos están sujetos a sesgos de informatión. Aun así, en un entorno con graves problemas de subregistro en cuanto a datos de salud laboral, las ECCTS son un instrumento que proporciona un gran número de datos que de otra manera no estarían disponibles. Estos datos pueden ayudar a la mejor planificación por parte de los tomadores de decisiones sobre el desarrollo de políticas públicas dirigidas no solo a la población con cobertura de la seguridad social, sino también a los que no cuentan con este beneficio y cuyo número podría ir en aumento dado el comportamiento actual de la economía de los mercados de la región (34). La I ECCTS se llevó a cabo durante el año 2011, cuando la recuperación económica tras la crisis financiera global que empeoró drásticamente las condiciones de trabajo para la mayoría de mercados laboral a nivel mundial empezaba a disiparse. En 2015, la incertidumbre e inestabilidad de los mercados persisten con una incipiente pero todavía inestable situación económica que sugiere que todavía harán falta unos años més para recuperar los niveles de actividad productiva precrisis (34). La repetición periódica de la ECCTS, en la que el equipo de la encuesta ya esté trabajando, permitiré investigar si los altos valores de las prevalencias de DME en estos países se mantienen o ascienden. En este sentido es importante realizar un monitoreo periódico de las condiciones de trabajo y de salud mediante la repetición de encuestas transversales que utilizan muestras nacionales representativas como la ECCTS. Ello permitiré identificar cambios y examinar las tendencias temporales para, por ejemplo, confirmar si la prevalencia alta de DME en América Central se mantiene o asciende como ocurre en países de alto ingreso (31).

En resumen, la I ECCTS es el primer gran estudio en América Central que permite mostrar de forma comparativa datos para el conjunto de la región sobre DME y su variabilidad según algunas características demográficas y laborales. Los datos pueden contribuir al desarrollo de un sistema regional de información permanente que contribuya a la formulación de políticas basadas en la preventión de riesgos asociados a este problema de salud.

Financiamiento.

La I Encuesta Centroamericana de Condiciones de Trabajo y Salud fue parcialmente financiada por un contrato entre la Organización Iberoamericana de Seguridad Social y la Universidad Nacional de Costa Rica (Heredia) y por un proyecto de investigación de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas (EE.UU.) financiado, a su vez, por el Fogarty International Center, U.S. National Institutes of Health (D4TW00064). También participó el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene del Trabajo (España). David Gimeno, Sergio Vargas-Prada y Fernando G. Benavides agradecen el apoyo del CIBER de Epidemiología y Salud Pública, subvencionado por el Instituto de Salud Carlos III, España, y al Institut Hospital del Mar d’Investigacions Mèdiques (IMIM), Parc Salut Mar, Barcelona, España.

Footnotes

Conflictos de interés. Ninguno declarado por los autores.

Declaración. Las opiniones expresadas en este manuscrito son responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente los criterios ni la política de la RPSP/PAJPH y/o de la OPS.

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